Tuesday, March 13, 2007

Balance de año / Samuel Bedrich

Artículo Tiempos de reflexión Enero '07
Balance de año
El que vive de esperanza la esperanza lo mantiene Lila Downs- The Border


Los humanos estamos hechos de ciclos, aunque éstos sean a veces más arbitrarios que la vida misma, pues dependen siempre de la cultura en que vivimos y definitivamente de la experiencia personal. El 31 de diciembre y el 1 de enero son, para la forma de vida de occidente, el fin y el inicio, respectivamente, del calendario gregoriano, que proviene de la antigua Grecia. Sin embargo, no hay lógica válida que pudiera impedirnos que el primer día del año correspondiera al solsticio de primavera, al cumpleaños de Mickey Mouse, o al nacimiento de la primera bacteria del universo. A pesar de ello, en nuestro “mundo moderno”, acostumbramos utilizar estas fechas para pararnos frente al espejo y establecer una ruta tentativa para los siguientes 365 días de nuestra existencia.  (Seguir leyendo)

 Para mí son 33 y siguen contando: durante estos doce meses me hice de nuevos amigos, conocí sitios distintos y sobre todo, me llené de esperanzas adicionales; guardo el ánimo y continúo aprendiendo, tomando libros, y empapándome de las buenas cosas de Internet. Con lo difícil que es en ocasiones, mantengo firmemente el ideal de un mundo mejor, pero ahora lo veo en una dinámica distinta. He añadido a mi embarcación nuevos pabellones: el equilibrio, el desarrollo humano y el respeto a la naturaleza. Sólo que cuando miro alrededor, me doy cuenta que mi mundo está casi siempre demasiado lejos de la diaria realidad: únicamente hay un puñado de estudiosos de la conservación y la ecología, en tanto que somos muchos los ilusos que defendemos sueños de un mundo más verde contra una devastación industrial apocalíptica. 

Y todos vamos, mezclados en una barcaza que surca las olas en dirección opuesta a la de la mayoría de los gobiernos mundiales y “modelos de desarrollo” que nos apabullan con manejos mediáticos y figuras de estadística. Ciertamente pienso que deberíamos informarnos un poco más, primero para hacernos de argumentos más válidos, y enseguida para encontrar los puntos de consenso que requiere el mundo que pensamos, pero por otro lado, creo también que quienes descienden la corriente a toda marcha, podrían igualmente hacer una breve pausa para pensar en soluciones para algunos de los puntos siguientes: · Son innegables las desigualdades sociales, como es innegable que los humanos somos egoístas y buscamos primero el bien personal sobre el común: si el mundo mantiene esa filosofía, de nada habrán servido las duras pruebas a que nos ha sometido la historia de la humanidad. · 

Es imposible cerrar los ojos ante el cambio climático y sus repercusiones en el medio ambiente. Aunque algunos aleguen que no todo es culpa del hombre, la tierra sigue siendo nuestra única residencia y deberíamos ser más cautos: observar cómo los suelos se degradan, la atmósfera se contamina y el mar termina por ser el depositario de nuestros desechos es una pequeña tarea, encontrar modos racionales de aprovechar nuestros recursos, el enorme reto. · 

Es también difícil abogar a favor del crecimiento poblacional pues es claro que así como una casa tiene un cupo máximo, nuestro hogar-planeta también tiene sus límites para funcionar ordenadamente: los estudiosos dicen que si los 6’000 millones de humanos que coexistimos en este mundo tuviéramos la forma de vida de la sexta parte -1’000 millones- que consume energía y recursos, haciendo un gran derroche de ellos y gastando más de los que realmente necesitan, la producción mundial de energía y de insumos no alcanzaría para todos. 

 Las tareas parecen titánicas, pero no imposibles: si los humanos hiciéramos un esfuerzo por analizar formas de pensar que proponen el manejo racional de recursos, el respeto a la naturaleza -promoviendo un mundo menos antropocentrista y sí más geocentrista-, distintas de las del “mundo de occidente”, y las estudíaramos, tratando de comprenderlas para saber qué ofrecimientos y ventajas nos pueden otorgar, habría menos personas que consideran que el mundo es de los que escalan peldaños sociales, económicos y ambientales pisando a los que quedan debajo. 

 Hace un par de años, cuando comencé a participar en Tiempos de Reflexión, hice un artículo sobre “el gordo de rojo”: el hombre que viene año con año a quitarnos los sueldos y primas del trabajo anual… el consumismo al extremo era para mí una gran preocupación. Hoy que volteo hacia atrás, me doy cuenta que no sólo es mínimo (acaso no es nada), lo que ha cambiado, sino que otros problemas han surgido y nuestro buque continúa navegando en la misma dirección… ¿tenemos que bajar las manos? He decidido que no, que en verdad no importa: 2007 viene nuevo y muy fresco como para inyectarle todas nuestras esperanzas e iniciar la cuesta con la ilusión de que cuando lleguemos a la cima que representará el fin de año del 2007, lo que miremos del otro lado del premonitorio sea un planeta un poco más equilibrado, justo y soñador, con seres que piensan en un futuro más armónico con ellos mismos y con su medio ambiente… aunque al cumplirse ese nuevo ciclo tengamos que hacer una mueca de desilusión. 

 A quienes conocí en este 2006 les agradezco haber colaborado en mi aprendizaje, y a los que ya están acá desde antes, un reconocimiento por la paciencia de soportar estos embates de idealismo.

1 comment:

Anonymous said...

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